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«Allí, desde el balcón suicida de las fotografías, sus ojos me siguen mirando. Pero he dejado de preguntarme ya por su tristeza, porque hoy sé bien que se trata de una añeja y dulce pena de quien hizo del absurdo su poética y su fe, logrando descifrar el código mismo de la existencia».
Diego Prado, Libros dedicados.