Norman Cabezas
«Y así siguieron durante un buen rato, hablando unas veces de las cartas y otras de mí, como si yo no estuviera presente, como si solo fuera una sombra, un fantasma, un imbécil; y esa antigua broma suya, que hasta entonces me había dejado indiferente, me pareció ahora estar cargada de significado, como si en efecto solo mi reflejo estuviera allí, y mi verdadero cuerpo se encontrara muy lejos».
Vladimir Nabokov, Desesperación.
Traducido por Enrique Murillo.