«—Las luciérnagas no tienen lógica, ni los hombres tampoco; la lógica no existe, Miyuki, no hay lógica, no hay dioses, todo lo hace la casualidad, y lo hace bien».
Didier Decoin, La Oficina de Estanques y jardines.
Traducido por María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego.