«En cuanto se les metió en la cabeza que no era mi cadáver, se comportaron exactamente igual que un crítico literario, el cual, tan pronto como ve un libro de un autor por el que no siente simpatía, decide que el libro no vale nada y se pone a construir lo que haya pretendido construir, siempre basándose en esa primera y gratuita suposición».Vladimir Nabokov, Desesperación.
Traducido por Enrique Murillo.