Joel Robison
«Entonces empezó una época muy mala para mí, me pasaba las tardes perdiendo el tiempo entre palabras que ya no me daban placer alguno, con un sentimiento de culpa y de vergüenza por todo lo relacionado con la escuela; jamás me pasaba por la cabeza que me hubiera equivocado de oficio; escribir, quería escribir, sólo que no entendía por qué de repente los días se me habían hecho tan áridos y pobres de palabras».
Natalia Ginzburg, Las pequeñas virtudes.
Traducción de Celia Filipetto.