Los cuadernos de Vogli

«Pertenezco a esa parte de la humanidad —una minoría a escala planetaria pero creo que una mayoría entre mi público— que pasa gran parte de sus horas de vigilia en un mundo especial, un mundo hecho de líneas horizontales en el que las palabras van una detrás de otra y en el que cada frase y cada punto y aparte ocupan su lugar debido: un mundo que puede ser muy rico, quizá incluso más rico que el no escrito, pero que, en cualquier caso, requiere cierto trato especial para situarse dentro de él».

Italo Calvino

James Downie, Walking the Cliffs.

«―Todos le teníamos miedo. Teníamos que tenerlo. Pero Jean le odiaba. Quizás porque le admiraba mucho; por ser un oficial y por los libros que traía. Se metía en su cuarto oscuro y los leía cuando usted no estaba. ―Falk no respondió, sino que se acercó para oír sus palabras en medio del silbido del mar que regresaba―. Intentaba leer los libros de poesía alemana. Y aquel gordo encuadernado en amarillo. Era de un filósofo, ¿verdad? Con un nombre largo. No lo recuerdo. A Jean lo enloquecía pensar que pudiera tener libros así y atesorarlos. Quería matarle. No habría sido tan difícil. Su costumbre de volver solo desde el acantilado al anochecer. Pero no le dejaron».

George Steiner, No vuelvas (En lo profundo del mar).