«Ahora bien, la ciudad contiene dos mundos. Un mundo rodeado de murallas y otro rodeado de gente. El segundo mundo está afuera, con el cielo de finales de invierno y los árboles desnudos y las duras calles que se alargan en todas direcciones, y los resplandecientes escaparates iluminados y el gentío bullicioso. Este mundo posee un rostro ciego y malicioso, el rostro de la muchedumbre. El rostro de la muchedumbre no puede verse de inmediato, solo aparece al cabo de un rato, cuando se asoma en las perplejas miradas de soslayo y las bruscas ojeadas».
Maeve Brennan, De visita.