Leonora Carrington, La posada del caballo del alba.

«Por supuesto, a ninguno de mis amigos lo conocí del modo habitual: eran desconocidos y solo vivían en sus escritos. Pero no por ser amigos fantasmales eran menos fieles, influyentes y asombrosos. Es decir, decían cosas asombrosas, y para mí aquello transformó el mundo».

Mary Oliver, La escritura indómita.
Traducido por Regina López Muñoz.