Los cuadernos de Vogli

«Pertenezco a esa parte de la humanidad —una minoría a escala planetaria pero creo que una mayoría entre mi público— que pasa gran parte de sus horas de vigilia en un mundo especial, un mundo hecho de líneas horizontales en el que las palabras van una detrás de otra y en el que cada frase y cada punto y aparte ocupan su lugar debido: un mundo que puede ser muy rico, quizá incluso más rico que el no escrito, pero que, en cualquier caso, requiere cierto trato especial para situarse dentro de él».

Italo Calvino

Marcel Duchamp. Nu [esquisse], jeune homme triste dans un train, 1911-12. 

    «Dijiste que no me abandonarías nunca.
     Lo sé. Perdona. Te llevo en mi corazón. Como te he llevado siempre. Eres el mejor que conozco. Siempre lo has sido. Aunque yo no esté tú puedes seguir hablándome. Puedes hablarme y yo te hablaré a ti. Ya verás.
     ¿Te oiré?
    Sí. Claro que sí. Tienes que hacer como si imaginaras que hablamos. Y me oirás. Tienes que practicar. No te rindas nunca. ¿Vale?
     Vale.
     Vale.
     Tengo mucho miedo, papá.
    Lo sé. Pero no te pasará nada. Tendrás suerte. Estoy convencido. No puedo hablar más. Voy a empezar a toser otra vez.
     Está bien, papá. No hace falta que hables. Está bien».
Cormac McCarthy. La carretera.